domingo, 28 de junio de 2015

Crítica: "San Andrés"


La constante evolución de los efectos especiales ha permitido que géneros como el catastrofista se actualice una y otra vez, aunque su guión nos suene manido y recurrente. La sorprendente devastación de San Francisco convierte a "San Andrés" en un título visualmente atractivo pero totalmente innecesario en todo lo demás

San Andrés hace referencia a una falla que se que se extiende desde Baja California a lo largo de más de 1000 kilómetros. Esta fractura del suelo es proclive a generar movimientos sísmicos de temible intensidad. Suficiente para establecer un argumento 

Brad Peyton dirige esta demoledora historia que plantea los graves seísmos que pueden provocar las fallas que recorren toda la costa oeste americana. Entre tanta destrucción, nos encontramos dos historias bien diferenciadas: la de Lawrence (Paul Giamatti), investigador obsesionado con poner en marcha su máquina para adelantarse a posibles seísmos y la de Ray (Dwayne Johnson), experto bombero, y su familia que sufren las consecuencias de un movimiento telúrico de grado 9.6 en la escala Richter.

La película nos empuja a un continuo y dinámico ejercicio de poderío audiovisual. Las espectaculares escenas de derrumbamientos de rascacielos, puentes y edificios, demuestran el gran avance que se ha alcanzado en este género. Lamentablemente todo esta locura no se acompaña de un guión medianamente digno. Los personajes son tópicos y poco sorprendentes, la trama no tiene ningún tipo de giro que se salga de lo políticamente correcto y aún estamos intentando comprender cuál es el peso real de Paul Giamatti en la película.


Aún así nos sorprende encontrar a un Dwayne Johnson algo más dramático de lo habitual. El oscuro pasado de su personaje le obliga a mostrar algunos momentos de necesaria fuerza interpretativa. Le cuesta, pero logra salvar esas escenas más íntimas gracias un espectador cautivado ante el derroche de lágrimas de un tiarrón de más de 100 kilos.

Echamos en falta más comedia, menos efectos digitales y más realidad. El ritmo endiablado de devastación apenas nos permite descubrir a los personajes más allá de lo evidente. Entendemos que es ciencia ficción, y como tal lo asumimos, pero nos gusta sentir que lo que vemos podría ocurrirnos. En "Titanic" ó "El coloso en llamas" empatizábamos totalmente con la situación y nos hacíamos partícipe de ella, pero aquí sólo podemos ver un terremoto como quien mira un paisaje.

Agradecemos a nuestra web amiga Sensacine que nos invitara a este preestreno, un auténtico ejercicio de demolición que nos permite averiguar qué sucedería si esa falla americana llegara a despertar.


José Daniel Díaz

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