martes, 6 de diciembre de 2016

Crítica: "Hasta el último hombre"

Regreso a lo grande de Mel Gibson a la dirección tras 10 años alejado de esta labor. En "Hasta el último hombre" se retrata la historia real de Desmond Doss, el primer objetor de conciencia que recibió la Medalla de Honor del Congreso americano. Un crudo ejercicio de verdad que demuestra la capacidad del ser humano para hacer lo que se proponga si existe voluntad.


Mel Gibson es de esos personajes a los que la crítica ha alabado más por su labor en la dirección que en la interpretación. Otros casos evidentes son los de Clint Eastwood ó Ben Affleck. En el caso del australiano esas alabanzas a su trabajo tras las cámaras son más que justas. Ya enamoró al mundo narrando la lucha de William Wallace en "Braveheart", una historia épica que se alzó con cinco oscars, entre ellos el de mejor película y mejor dirección.

Ahora regresa a la batalla, y nunca mejor dicho, contando otra historia real. En este caso la de Desmond Doss, un joven médico que estuvo en la batalla de Okinawa en la II Guerra Mundial pero que jamás cogió un arma alegando motivos de conciencia. Andrew Garfield, que pronto estrenará "Silencio" de Martin Scorsese, da vida a un hombre de fuertes convicciones morales, con un alto sentido patriótico y una valentía que va más allá de la puramente militar.


"Hasta el último hombre" es una película en mayúsculas, un retrato que llega al corazón no sin antes tocarte las vísceras y la conciencia. En una época donde el uso de las armas en Estados Unidos está en continuo debate, toma mayor sentido este alegato contra la violencia. Y lo hace con esa extraña metáfora que es mostrar lo más amargo de la batalla. Una guerra que no hace rehenes, que mata sin piedad y que destroza familias. 

Comenzamos descubriendo a un joven Desmond que busca su lugar en el mundo, que descubre el amor y que intenta salvaguardar una familia destrozada por el recuerdo de la anterior Gran Guerra. Nada hace pensar que ese anónimo chico, en el segundo acto del film, nos enseñará qué es el valor y la humanidad. 

Andrew Garfield realiza un trabajo más que correcto en un papel realmente complicado. Le acompañan Teresa Palmer ("Memorias de un joven adolescente"), Vince Vaughn ("Los becarios") y Sam Worthington ("Avatar"), que encarnan a los personajes secundarios del film. Entre todos ellos destaca el de su joven esposa. La innegable química entre Andrew y Teresa se realza aún más gracias al ritmo narrativo de Mel Gibson que en apenas unos minutos nos regala una bonita historia de amor.


Su presencia en los Oscar está más que asegurada. Que nos hagan reír, llorar y emocionarnos en apenas dos horas es algo que no vemos muy a menudo. Ha tenido que regresar el mejor Mel Gibson para volver a recordar a qué sabe el buen cine.


José Daniel Díaz

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