domingo, 7 de abril de 2019

Crítica: "El día que vendrá"

La Segunda Guerra Mundial sigue ofreciendo nuevas tramas más de setenta años después. "El día que vendrá" de James Kent sitúa su cámara en los meses posteriores a la victoria aliada en la segunda guerra mundial. En una Alemania devastada por el brutal bombardeo recibido, el trío compuesto por Keira Knightley, Alexander Skarsgard y Jason Clarke nos ofrece un culebrón amoroso más teatrero que teatral.


Basado en el libro de Rhidian Brook, la película pronto nos sitúa en un devastado Hamburgo del año 1946. La guerra ha finalizado pero ahora queda reconstruir física y psicológicamente una ciudad derrotada e infectada por el odio. Este contexto histórico, tan pocas veces retratado en el cine, es el mayor atractivo de un film que pronto nos reconduce a la verdadera trama: las relaciones sentimentales.

Y ahí es donde el proyecto se estrella, se vuelve previsible y muy aburrido. La atracción entre un arquitecto aleman venido a menos y la inquilina británica que ocupa su casa es tan típico como irrelevante. En una situación histórica de máxima tensión, no encuentro ningún interés ni sentido a destacar una historia doméstica tan trivial.


Aunque Lewis (Jason Clarke), un militar británico que intenta recomponer la malograda ciudad, invita continuamente a desviar la mirada de la película, lo cierto es que su esposa Rachael (Keira Knightley) y el insulso aleman Stephen (Alexander Skarsgard) acaparan la mayoría de escenas tratando de convencernos de su relación sinsentido. Para aportar mayor dramatismo y un punto de rebeldía nos presentan a la hija de Stephen, una joven que irradia odio contra los nuevos inquilinos.

En este marco el espectador no tiene más remedio que entrar de lleno en el culebrón con la intención de encontrar algo de emotividad. Y pese al esfuerzo de los protagonistas, nadie es capaz de ofrecer algo más que un amor de telefilme. Acompañados de unos secundarios estereotipados sin trasfondo ni personalidad, pronto nos damos cuenta que debajo de tanto artificio apenas queda poso.


Una buena ambientación y fotografía no es suficiente para redimir un film mal enfocado. La resistencia de los seguidores nazis se presenta con gran superficialidad y un punto de desidia. En resumen, un título fallido y olvidable que gustará a los apasionados por los amores imposibles pero que decepcionará a los que esperen algo más.

José Daniel Díaz

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