lunes, 18 de noviembre de 2019

El Festival de Sevilla se rejuvenece con la película de animación "La famosa invasión de los osos en Sicilia"

Todas las mañanas a primera hora en los aledaños del Centro Comercial Nervión hay muchísimos grupos de colegios para disfrutar de unas fantásticas sesiones para estudiantes que ha programado el festival. Nos convertimos de nuevo en unos críos para visionar dentro de la Sección Oficial "La famosa invasión de los osos en Sicilia", una de dibujos animados de toda la vida, o de animación que se suele denominar así en estos tiempos. 


También en sección Oficial se presentó la irregular "Sinónimos" de Nadav Lapid y "Atlantis", en Nuevas Olas la potente "County lines" y hubo tiempo para revisar el ciclo dedicado a la directora británica Joanna Hogg.

En "La famosa invasión de los osos en Sicilia" todo comienza cuando Tonio, el hijo del Rey Oso, es capturado por un grupo de cazadores en las montañas sicilianas. Cuando el duro invierno amenaza a su pueblo con la inanición, el Rey Leoncé decide invadir el reino en el que viven los hombres. Con la ayuda de su ejército y de un poderoso mago, el Rey logra encontrar a su hijo Tonio. Sin embargo, pronto descubren que los osos no están destinados a vivir en la tierra de los hombres. 


Es uno de los más bellos libros infantiles escritos en Italia en el siglo XX por Dino Buzzati, en 1945. Es un clásico para la infancia que, como todos los grandes libros para niños, interesa a lectores de todas las edades. Su director es Lorenzo Mattoti, un ilustrador y autor de novela gráfica, y nos lleva de la mano sobre el verdadero valor, sobre la amistad y la generosidad, sobre el desapego hacia el lujo y el poder, sobre la dignidad y la necesidad de aprender a ser uno mismo en cualquier circunstancia de la vida. Y el mayor acierto es que está contada en forma de fábula, sin pretensiones tanto en su narrativa como en su narración, una hora y media dirigida al público familiar. Un maravilloso cuento.

La segunda película de la Seccion Oficial de hoy es "Sinónimos". En París las cosas no comienzan bien para Yoav, un joven israelí que llega a la capital francesa con grandes expectativas decidido a deshacerse de su nacionalidad lo más rápido posible. Para él, ser israelí es como un tumor que debe ser extirpado. Convertirse en francés, por otra parte, simplemente significaría su salvación. Para borrar sus orígenes, Yoav primero decide no hablar una sola palabra de hebreo. El diccionario se convierte en su mejor compañero. Las visitas a la embajada israelí le molestan pero el proceso también tiene sus trampas. Y la joven pareja francesa de la que se hace amigo tiene algunas ideas bastante extrañas sobre cómo ayudarlo.


Su director es Nadav Lapìd, empezó a filmar a los 26 años, después de su servicio militar obligatorio en Israel. Sus dos anteriores largometrajes fueron "Policeman" (2011) y "La Maestra del Jardín"  (2014) que curiosamente se han estrenado en Argentina. En esta ocasión nos lleva a un relato autobiográfico muy ácido y basándose en sus propias experiencias, explora los desafíos de tratar de empezar en un nuevo país, llenas de metáforas con críticas al estado francés e israelí, a partes iguales. Lapid opta por no limitarse a ninguno de los numerosos recursos del cine. Usa el diccionario cinematográfico sin ninguna incoherencia, más bien todo lo contrario: primeros planos o planos americanos, ángulos diversos y variados, blancos inmaculados, noches y colores, imagen agitada o fija. Y la película no tiene termino medio, o te entretiene o te aburre, y con un lastre importante, dos horas de metraje donde funciona mejor en partes que como un todo. De difícil lectura en su contexto. Oso de Oro en la última Berlinale.

Terminamos la Sección Oficial con "Atlantis". Este de Ucrania, en un futuro cercano. Sergey, un exsoldado que sufre de Síndrome Postraumático tiene problemas para adaptarse a su nueva realidad: un vida hecha añicos, una tierra en ruinas. Cuando la fundición en la que trabaja finalmente cierra sus puertas, encuentra una inesperada forma de superar su tristeza al unirse a la tarea de los "Tulipanes Negros", un grupo dedicado a exhumar los cadáveres que la guerra ha dejado tras de sí. Trabajando al lado de Katya, empieza a comprender que un futuro mejor es posible. 


Es la cuarta película del director ucraniano Valentyn Vasyanovych, más conocido por ser el director de fotografía y productor de la brutal "The Tribe". Atlantis arranca con un cartel que dice "un año después" del fin de la guerra, y solo por la sipnosis oficial sabemos que estamos en el 2020, o más bien podría ser más adelante en el futuro o en el pasado, una suerte de distopía realista que transforma ciudades, fabricas, rutas y zonas abandonadas en escenarios de películas tipo Terminator o Mad Max.

Sin duda la fotografía es lo mejor, de gran impacto visual, meticulosamente rodada que nos lleva a una angustia que es oscuramente bella. Las imágenes están todas muy cuidadas, hasta el límite, que se nos muestra la mayor de las veces en larguísimos planos fijos, que pueden llegar a desesperar, por sus silencios y casi nada de diálogos. El texto más largo lo dice un forense encargado de revisar los cadáveres en una autopsia con todo lujo de detalles. El director nos trasmite un clima frío, inhóspito, con mucha soledad, miseria y desolación, una desolación que pondrá a prueba a muchos espectadores. En lo histórico una guerra la de Rusia con Ucrania que dejo a esta última, humana y tecnológicamente devastada.


En la variedad de las propuestas de las distintas secciones que de nuevo este año el festival nos trae, encontramos para todo tipo de públicos y sensibilidades un amplio abanico temático, un cine que se abre a nuevos territorios como el ciclo dedicado a la directora británica Joanna Hogg, con títulos como "The Souvenir" "Exhibition" o "Archipiélago". Una filmografía cargada de verdad y talento, en las que las complejas dinámicas relaciones humanas las lleva con un gran sentido pictórico y un manejo magistral de colores. En sus películas los espacios, las casas y los paisajes tienen un papel fundamental.

En "Unreleated",  que se estrenó en el 2007, cuenta cómo sin su marido por razones en un principio inexplicables, Anne llega en vacaciones al mundo acogedor de una familia burguesa. Con sus cuarenta y pocos años y sin hijos propios, Anne se siente desligada de esta extensa familia, la de una vieja amiga del colegio, Verena. A través de llamadas telefónicas a su marido Alex, se procederá a una ruptura del matrimonio, escondiendo una tácita tristeza en ambas vidas. Anna rechaza la compañía de adultos, refugiándose en jóvenes alegres que parecen llenar un espacio vacío de su vida. Un drama muy enigmático, que se desarrolla muy lentamente, rodado con precisión clínica, llena de turbulencias emocionales. No ha pasado el tiempo por ella y es una película de obligado visionado para los amantes del cine de Joanna Hogg.

Por último, en la Sección Las Nuevas Olas, que es un espacio para dar cabida a todos los autores que resuenan en festivales internacionales con una serie de películas que apuestan por tener un estilo propio, con intentos primerizos, obras a veces inconformistas que prefieren tener una obra coherente en su totalidad, vimos "County lines". Una madre y su hijo de 14 años se ven envueltos en una complicada trama relacionada con la venta de droga a nivel mundial, en la que además se trafica con menores de edad indefensos a lo largo y ancho de Reino Unido


Su director Henry Blake, en su opera prima, trae una obra de ficción basada en hechos reales con una trama que habla de usar niños para pasar drogas de las ciudades a las localidades rurales y costeras. Casi 50.000 menores en Inglaterra hay hoy en día realizando esas labores. La película comienza con un joven de 14 años Tyler (interpretado por un Conrad Khan al que cualquier elogio se le queda corto), un adolescente con cara de pocos amigos a la que una mujer que no vemos pero sí oímos le explica que, en el negocio en el que está envuelto últimamente, a nadie le importa lo más mínimo lo que pueda ocurrirle. Enseguida, la cinta viaja atrás del tiempo para contarnos qué es exactamente lo que ha llevado al chaval a esa situación. Vemos que Tyler es un joven normal de cualquier barrio obrero inglés, vive con su madre (encarnada con brillantez por Ashley Madekwe) y su hermana pequeña (una joven y sorprendentemente carismática Tabitha Milne-Price) en un humilde apartamento y acude a un instituto en el que las cosas no van tan bien como deberían. 

Un retrato duro, cruel, y muy veraz. contado maravillosamente, donde nos hace removernos en la butaca, con niños sin infancia, sin juegos, una atmósfera opresiva, que nos va dejando sin aliento. Una poderosa denuncia, estremecedora y aterradora donde el final nos deja un resquicio para un futuro mejor.

José Antonio Díaz Domínguez
@Jose_A_Diaz_Do
Festival de Sevilla 2019

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