domingo, 10 de mayo de 2020

La comedia romántica en el cine español

Netflix acaba de estrenar en su plataforma la película "Te quiero, imbécil" de Laura Mañá con Quim Gutiérrez y Natalia Tena en los papeles principales. Una comedia romántica al uso aunque adaptada al siglo XXI. Cuando estaba viendo la película, no podía evitar recordar cómo ha evolucionado este género en España a lo largo del tiempo y quería compartir con vosotros algunos títulos que explican el recorrido tan inmenso que ha tenido nuestro cine acogiendo la situación social y política del momento.



Podemos retroceder en el tiempo hasta 1951 cuando se estrena "Esa pareja feliz" de Luis García Berlanga y J.A. Bardem con Fernando Fernán Gómez de protagonista. La época nos lleva a una pareja cuyo matrimonio (como dios manda) se hace realidad por expreso deseo de la novia que parece alcanzar su gran sueño con ella ama de casa y él electricista. Más allá de la trama, nos presentaba una mujer fiel, enamorada y decente frente a un hombre más oscuro y con otras aspiraciones en la vida.


Si avanzamos un poco, en 1960 llegó "Maribel y la extraña familia" de J.M. Forqué que adaptaba la obra teatral de Mihura. Un retrato menos clásico que el anterior y más revolucionario en su presentación de personajes. Se mantenían las formas pero el hecho de conocerse en una barra ya traía un contexto realmente distinto e innovador.


Quizás estos dos títulos sean buenos reflejos de hasta dónde podían llegar los perfiles de los protagonistas en este tipo de películas durante el franquismo. No podemos obviar que el cine español tuvo un antes y un después tras la muerte del dictador. En los años 70 y 80 llegó el destape y las comedias estuvieron más preocupadas por exhibir libertad que romanticismo. Los hombres estaban desatados mientras las mujeres intentaban pillarles in fraganti con alguna sueca. Quedaban algunas rarezas con tintes políticos como "Espérame en el cielo" con un enorme Sazatornil pero eran excepciones.

En los 90 continuamos con títulos un tanto casposos como "Salsa rosa" (1991) donde dos mujeres se disputan quién seducirá antes al marido de la otra o "¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?" (1993) con el porno de trasfondo en una mirada poco crítica hacia el sector. Sin embargo, empezaron a nacer retratos que marcaban la nueva sociedad a la que nos dirigíamos como "Boca a boca" (1995) que ya reflejaba la precariedad del trabajo y la muy destacable "Todo es mentira" (1994) de Alvaro Fernández Armero que nos presentaba a una chica interpretada por Penélope Cruz con más peso y carga emocional. Además no escondía los problemas de pareja que la sociedad actual había asumido.


En la década del 2000 llegó uno de los grandes pelotazos de la comedia romántica y que sirvió de inspiración a muchas películas posteriores: "El otro lado de la cama" (2002) de Emilio Martínez Lázaro. Y no solo fue su aportación musical con coreografía incorporada sino también apostar por una comedia más incorrecta que se reía de tus miserias. Ese cambio de rumbo en el género en España lo acabó de culminar Borja Cobeaga en "Pagafantas" (2009), un título que reconocía la "patosidad" manifiesta del hombre y entregaba el rol del sexo fuerte a la mujer. Un cambio de papeles que demostraba la tremenda evolución que había sufrido este país en apenas 20 años.


A partir del 2010 se comprobó que la comedia era el género más fiable para conseguir grandes resultados en taquilla. El público ya sufría demasiadas miserias en su vida cotidiana y ansiaba reírse en una sala de cine. Proliferaron los títulos con mayor o menor éxito pero en escasas ocasiones no cubría el mínimo de taquilla exigible. En la comedia romántica el gran boom fue "Ocho apellidos vascos" (2014) de Emilio Martínez-Lázaro, rey Midas del género. Pero no fue el único, "Tres bodas de más" (2013) de Javier Ruiz Caldera ofrecía una protagonista mujer, independiente, investigadora, con varios ex novios y con aspiraciones.


Retomando el inicio del artículo, ahora nos encontramos películas como "Te quiero, imbécil" que incorporan activos como las aplicaciones móviles para encontrar pareja. Se utiliza con naturalidad palabras como "follar" y no esconde dramas como el desempleo o el retorno a casa de los padres aunque sea a través de un gag cómico. Incluso el término romántico ha perdido la acepción que tenía hace 50 años, y si no que se lo pregunten a Paco León con su "Kiki, el amor se hace" (2016).


La política ha dejado espacio a la realidad social y económica para ambientar las historias de amor. Y la comedia ha sido el mejor vehículo para hacerlo, consciente de la facilidad con la que llega el mensaje al espectador mientras esboza una sonrisa.

José Daniel Díaz

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