La directora Juana Macías ha presentado en el Festival de San Sebastián, en el marco de las Galas patrocinadas por RTVE, la película "Las chicas de la estación". Una película inspirada en hechos reales que pone foco en la desprotección de las menores ante la amenaza de los abusos sexuales. Conciencia y entristece.
Juana Macías abandona la comedia más comercial para regresar al drama social. Tras la prometedora "Planes para mañana", su mayor número de proyectos se relacionaron con la comedia. "Embarazados" o "Bajo el mismo techo" gustaron más al público que a la crítica. Por suerte, ha regresado a sus orígenes con "Las chicas de la estación", una película comprometida cuya participación también incluye el guion y no se limita únicamente a la dirección.
Inspirada en los terribles hechos ocurridos en 2019 en las Islas Baleares, la película aborda con toda su crudeza la prostitución de menores. A través de sus tres quinceañeras protagonistas la directora nos ofrece todo tipo de situaciones que desembocan en la desorientación y el sufrimiento. Las chicas reflejan las consecuencias de las familias desestructuradas, las malas decisiones y la falta de oportunidades. Desde su visión, la prostitución, el trapicheo o los pequeños hurtos son las únicas vías de escape. Unas adolescentes sin futuro cuya dificultad para salir adelante es inversamente proporcional a la facilidad con la que acceden al alcohol o las drogas.
Con este panorama, es fácil entender su frustración y desesperanza. Juana Macías nos plantea un mundo donde el género masculino está podrido y el femenino resignado a una realidad que no le gusta pero que no ofrece alternativas. Con la única mirada amable de los trabajadores del centro de menores y alguna familia solidaria, lo cierto es que la calle es sinónimo de peligro. Lo mejor de "Las chicas de la estación" es el mensaje y la alerta que nos traslada. Ahora que los centros de menores están saturados y se han convertido en un debate controvertido por la resistencia de los políticos a acoger menas en sus Comunidades, la película se pregunta qué es lo que podemos esperar de un grupo de jóvenes sin futuro ni objetivos. No habla de acoger, habla de ofrecer el camino adecuado.
Salua Habra, Julieta Tobío y María Steelman interpretan a las jóvenes protagonistas con mucha verdad. Sin duda, es un ejercicio de esfuerzo interpretativo muy generoso ante temas especialmente escabrosos y desagradables. Juana Macías vuelca en ellas toda el peso de la película y ellas salen indemnes.
La película no es perfecta, hay subtramas que no acaban de avanzar y una mirada estereotípica de algunos sectores o grupos pero en una sociedad tan solidaria en algunos temas y tan cruelmente indiferente en otros, "Las chicas de la estación" recuerda a los menores olvidados y abandonados que jamás tendrán una opción. Los centros de menores no pueden ser espacios que nos "liberen" de ellos como si de un gueto se tratara. Ojalá remueva conciencias, eso valdrá más que cualquier premio.
José Daniel Díaz
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