La historia narra las visicitudes, en plena segunda guerra mundial, de una adinerada británica que aterriza en Australia para reencontrarse con su marido. Lo que parecía ser una breve visita desemboca en un drástico cambio de vida que la obligará a ver el mundo desde otra perspectiva.
El film arranca sin interés, con numerosos tópicos mil veces visto en otras películas: Mujer británica con dinero llega a un país virgen rodeada de aborígenes donde es recibida por un cowboy de malos modales, sin clase y sin educación. Poco a poco la trama va cogiendo consistencia y va captando el interés del espectador hasta llegar a tener una media hora de puro cine de altura (impresionante la escena del ataque aéreo). Sin embargo en un cómputo de dos horas y cuarto no deja de ser un pequeño bagaje.
Hay que reconocer que el director de "Moulin Rouge" vuelve a dar una lección de ambientación y estética. Se nota el cuidado que ha puesto en cada plano por hacerlo visual y llamativo. Sin embargo parece que eso evitó dedicar más tiempo a la labor actoral que es claramente mejorable.
Nicole Kidman no me parece la actriz adecuada para interpretar un papel como éste; yo hubiera preferido a Renee Zellweger por ejemplo. Hugh Jackman no desentona en su papel de vaquero conquistador, duro por fuera y sensible por dentro. El resto del reparto solventan con eficacia sus papeles con especial atención al niño aborigen y al "malo" que tiene una de las frases mas entonadas: "El orgullo no da el poder". Me la apunto.
Por tanto, aunque me da la impresión que las pretensiones de este largometraje eran muy importantes, el resultado es un medio camino entre lo que es y lo que pudo ser. Recomendable para pasar un domingo por la tarde entretenido.
José Daniel Díaz
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