Festivales dedicados al "corto" hay muchos; posibilidades de entrar a competición en alguno de ellos, pocas. Cada año salen un número limitado de cortometrajes con un gran presupuesto, con actores de primera fila y con medios técnicos comparables a los de un "largo". Se presentan a todos y cada uno de los Festivales acaparando el mercado, incluso el de los Certámenes más humildes.
Por tanto, si miramos el programa descubriremos que la mayoría de Festivales coinciden en los proyectos llevados a competición. La posibilidad de que una persona con un corto de bajo presupuesto y actores desconocidos entre a competición es ínfima. Como en todo el grande se come al chico.
Da rabia descubrir que los mismos cortos acaparan los premios de todos y cada uno de los festivales españoles; incluso los que dan un premio inferior a 1000 euros. El Festival sabe que lo que atrae al público es el actor conocido y las distribuidoras lo único que quieren es promoción y más promoción, si es con premio mejor.
¿Pero dónde nos quedamos aquéllos que no manejamos grandes presupuestos ni contamos con acores de renombre? Pues la mayoría acabamos presentando nuestro producto a los familiares y amigos y con suerte lo consigues incluir en algún ciclo de un centro cultural.
Está claro que cuando realizas ese cortometraje no estás pensando en premios ni popularidad; buscas realizar algo que siempre quisiste hacer. Contar con una exhibición pública es maravilloso pero no determinante. Sin embargo, descubrir que en todos los Festivales comparecen los mismos proyectos es decepcionante y sangrante.
Como en todo (y en el cine más) tener padrino y amigos en el mundillo es fundamental pero a veces disimularlo un poco no esta de más.
José Daniel Díaz
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