La película vuelve a utilizar la misma dinámica que tan bien funcionó en la primera parte, es decir, muchos efectos especiales acompañado de algunas gotas de romanticismo, algo de dramatismo y unos puntos cómicos para aliviar tanta destrucción. Lo malo es que no alcanza el nivel de su predecesora.
A eso podemos añadir que casi dos horas y media de film es un metraje excesivo que llega a desesperar. Se nota que el director, para combatir el contratiempo que suponía disponer de un guión carente de originalidad y muy previsible, se decidió por aumentar el tiempo dedicado a la batalla e intentar sorprender a base de bombas, explosiones y demás efectos que pudieran distraer a los espectadores.
Para los amantes del cine de superhéroes podría ser aconsejable su visionado pero para el resto de los mortales yo esperaría a que lo emitieran en algún canal público.
Lo que más aterra de esta segunda parte es que la trilogía está a punto de llegar y no me da la impresión de andar sobrados de ideas así que preparémonos para recibir una nueva descarga de efectos creados por ordenador.
José Daniel Díaz
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