miércoles, 22 de abril de 2009

Crítica: "Rudo y cursi"

Este fin de semana se estrena en España la última aventura de Diego Luna y Gael García Bernal: "Rudo y Cursi". Escrita y dirigida por Carlos Cuarón y producida entre otros por Guillermo del Toro fue presentada en el último Festival de Sundance con una buena acogida.

El fútbol siempre ha sido una deuda pendiente dentro del cine. Los americanos no son muy aficionados a este juego y en el resto del mundo no han sabido sacarle partido. Exceptuando "Quiero ser como Beckham", el resto de intentos se pueden considerar fallidos. En España tuvimos "Días de fútbol", que si bien cinematográficamente era muy discutible no se puede negar que tuvo una buena taquilla.

Ahora desde México llega "Rudo y cursi", una tragicomedia balompédica, a ratos divertida y cómica y a ratos dramática e incluso trágica. Como la vida misma. Dos hermanos que se ganan la vida en el campo son descubiertos por un cazatalentos futbolístico que rápidamente les lanzará a la fama. Apodados "Rudo" (Diego Luna) y "Cursi" (Gael García) por su comportamiento en el terreno de juego, tendrán que lidiar con la nueva vida que les regala el estrellato. Y eso no siempre es fácil. Sus vidas paralelas, al margen del fútbol, traerán momentos hilarantes y duros a partes iguales.

Amena y entretenida, todo aquél que se anime a visualizarla no saldrá decepcionado. No es una obra maestra pero cumple con el propósito para el que se hizo. Los actores están a buen nivel, se nota la sintonía que existe entre ambos. Normalmente la buena relación personal tiene gran influencia para tener una buena química profesional como ya se demostró en "Y tu mamá también".

El director sabe manejar bien los tiempos y sin complicarse demasiado saca el provecho necesario para que el resultado sea positivo. Muchos planos fijos esperando que sean los intérpretes los que llenen la imagen, los que saquen todo el jugo de los personajes.

Aconsejable para aquéllos que quieran disfrutar de una película con la sana intención de olvidar sus problemas y no comerse la cabeza.

José Daniel Díaz

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