jueves, 18 de noviembre de 2010

Crítica: "Planes para mañana"

Premiada en el pasado Festival de Málaga con la biznaga a la mejor dirección, este fin de semana llega a las pantallas de toda España la ópera prima de Juana Macías. Una historia de mujeres contada desde el punto de vista de las mujeres, un alegato desesperado para cambiar una vida construída durante mucho tiempo y a punto de sufrir un cambio radical.

Cuatro historias distintas pero a la vez relacionadas. Cuatro mujeres unidas por la infelicidad y la búsqueda de nuevos retos, otra vida en definitiva. Ellas son Antonia, Márian, Inés y Mónica. Inés acaba de descubrir que está embarazada pero el padre no lo acepta, Márian sabe que su matrimonio está destruído, Antonia vuelve a verse con un antiguo amor que le hace replantearse su situación y Mónica es una joven que sufre la separación de sus padres.

Su mirada, en muchos casos agotada, es el mayor nexo de unión entre ellas. Todas quieren cambiar el camino que tomaron y buscan apoyo para relanzar su existencia. Juana Macías encuentra con soltura y eficiencia una ruta para mostrar la actualidad del universo femenino. Eso sí, la parte más negativa y conflictiva es la que detiene la cámara de la directora.

Las cuatro protagonistas, Carme Elías, Goya Toledo, Ana Labordeta y Aura Garrido, forman un buen conjunto interpretativo. Merece especial atención la labor de la joven Aura Garrido que complementa su personaje de sufrimiento contenido con unos ojos inquisitivos que juzgan los hechos con dureza.

Sin embargo, aunque la apuesta es correcta y valiente, no deja de ser excesivamente femenina. Es posible que el género femenino entienda y disfrute la película más que el género masculino. Ese enfoque tan partidista se demuestra en unos personajes masculinos de auténtico relleno dirigidos a crear desgracia y dolor en las mujeres que comparten su vida.

Aunque no está de más recorrer el mundo perpetrado por Juana Macías, personalmente me costó encontrar la empatía con los personajes a los que siento en la distancia. Salir igual que entraste de una sala de cine dice poco del film que se ha proyectado. En tono coloquial diríamos que el sabor de boca final es de "ni fu ni fa".

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