domingo, 4 de noviembre de 2018

Crítica: "Infiltrado en el KKKlan"

No recordamos desde cuándo Spike Lee no presentaba una película del nivel de "Infiltrado en el KKKlan". Premiada con el Gran Premio del Jurado en Cannes y presentada con éxito en el Festival de cine de San Sebastián en su sección Perlas, esta historia basada en hechos reales vuelve a incidir en la cuestión racial adornando con humor un retrato devastador de la sociedad americana.


Por la puerta grande. Así ha llegado el director afroamericano Spike Lee. No es que se hubiera ido, no, ni siquiera había dejado de rodar. Pero hacía mucho tiempo que no reconocíamos su presencia en cada plano como en "Malcolm X" ó "Haz lo que debas".

Ha tenido que llegar la era Trump para reactivar con fuerza un mensaje que nos devuelve a la peor época racista americana. Para ello, el director recupera unos hechos acaecidos a finales de los 70 e inmortaliza creencias y pensamientos que parecían de otra época. Sin embargo, Spike Lee se encarga de enmarcar la película con un evidente sentido de la actualidad. Y eso ayuda a mantener al espectador en alerta, a no considerar este film como una película de otros tiempos.


Ron Stallworth (John David Washington) fue el primer policía negro en ingresar en las filas del condado de Colorado Springs. Quizás este hecho ya podría ser la semilla de una buena historia pero si además añadimos las agallas que tuvo para integrarse en las filas del Ku Klux Klan, el guión se vuelve épico. Es curioso comprobar cómo todavía guarda el carnet que acreditaba su pertenencia a la organización supremacista. Posiblemente como un recuerdo irónico de su exhaustivo trabajo durante esos años.

Spike Lee recoge el guante y lo amolda a su gusto. Le confiere altas dosis de comicidad para atestiguar situaciones demenciales y dota al relato de un aire cinematográfico fantástico. El fichaje de Adam Driver como compañero de Ron y figura presencial de la infiltración, es un acierto absoluto. Es un actor que crece en cada película y que, más pronto que tarde, será recompensado con premios y nominaciones.


La música de Terence Blanchard es un referente clave en esta película. Con sus notas el espectador accede fácilmente a la década de los 70. No hace falta subtextos explicativos ni voces en off. Toda la ambientación te traslada a esos convulsos años, llenos de mítines y enfrentamientos. 

Spike Lee no esconde su afinidad ideológica ni pretende ser objetivo en el conflicto. Algunos pensarán que pretende condicionar al espectador y llevarlo a su terreno, pero en mi opinión lo que busca es transmitir la peligrosidad de ciertos movimientos de odio que desprecian al diferente. Lamentablemente, poco a poco vemos cómo van creciendo amparados en el populismo y las dificultades económicas del votante.


Era el momento de resucitar el cine de Spike Lee, el que abría debates y mostraba realidades. Consciente de lo que está sucediendo, ha despertado su mejor versión para dejarnos otra película más para elevar su leyenda. Divertida, comprometida y entretenida. No pedíamos más. ¡Gracias maestro!

José Daniel Díaz

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