jueves, 11 de julio de 2019

Crítica: "Toy Story 4"

Se estrena Josh Cooley en la dirección de un largometraje con "Toy Story 4" y supera el reto con nota. Retomamos las aventuras de los juguetes más famosos del mundo y no nos decepciona. Mantiene su esencia, la que John Lasseter transmitió en su primera película, y el espectador se reafirma en que estamos ante la gran saga de animación de la Historia.



En 1995 nacía una de las sagas de animación más importantes del cine: "Toy Story". Su creación supuso un cambio radical en el género tanto a nivel técnico como a nivel de escritura. El cine de animación dejaba de ser propiedad de los más pequeños para convertirse en un divertimento familiar que conseguía arrancar sonrisas y trasladar mensajes a todo tipo de público.

Crítica y público se pusieron de acuerdo y determinaron que "Toy Story" era un antes y un después en el cine mundial. En "Toy Story 2", contra todo pronóstico, el nivel se mantuvo en la excelencia y todos disfrutamos del rescate de Woody por parte del resto de juguetes. No parecía posible mejorar estas producciones pero entonces llegó "Toy Story 3" y descubrimos la mejor película de la saga. Una película que bien podría haber merecido el Oscar a mejor película y convertirse en auténtica leyenda. Disfrazado de cine para niños, en realidad estábamos ante un maravilloso retrato social con el que era imposible no conectar y emocionarse.


"Toy Story 4" no alcanza las cimas que tocaron sus predecesoras pero es innegable su gran calidad artística, además del descubrimiento de un personaje muy carismático, Forky, el tenedor reconvertido a juguete. Este título lo que desvela es el sentido real que tenía "Toy Story": el viaje psicológico de Woody, el vaquero al que da voz Tom Hanks.

Si revisamos el origen de Woody, nos damos cuenta de que su vida ha estado siempre enfocada a ayudar al resto de juguetes y a divertir y entretener a su querido Andy. Andy se hace mayor y Woody va tomando conciencia de cuál debe ser su futuro. En "Toy Story 4" se desvela qué es lo que necesita Woody para ser feliz, toma conciencia y, sobre todo, empieza a pensar en sí mismo. Algo parecido a lo que nos suele pasar a los humanos según vamos creciendo y adquiriendo experiencias.


Este viaje no está exento de escenas cómicas, divertidas y emotivas. Está en su ADN que nos riamos, lloremos y empaticemos con unos juguetes que toman vida cuando el humano no les mira. Esta nueva película mantiene plenamente esas premisas. Eso ayuda a que todos los fans que seguimos esta saga desde 1995 no nos sintamos engañados o estafados y conectemos rápidamente con sus nuevas aventuras.

Como decía, Furky probablemente sea el gran descubrimiento de este título pero la trama sigue encerrando esos mensajes que no podemos olvidar. Te invita a ser tú mismo, aboga por la solidaridad, abraza el entendimiento para que se puedan comprender los comportamientos y, sobre todo, sigue creyendo en la amistad como el gran motor para seguir adelante.


No sabemos si estamos ante el gran final de la saga, probablemente sí, pero no podemos negar que en estos casi 25 años se ha dibujado un relato que perdurará en la memoria de los espectadores como ya ocurriera con "El Padrino" por ejemplo. Sí, estamos hablando de ese nivel. Y sí, no podéis dejar de ir a verla.

José Daniel Díaz.

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