miércoles, 1 de julio de 2020

Crítica: "La verdadera historia de la banda de Kelly"

La reapertura de los cines tras la fase de confinamiento que hemos vivido nos traerá a las salas la última película de Justin Kurzel titulada "La verdadera historia de la banda de Kelly". No es la primera inmersión en la vida del famoso bandido australiano de origen irlandés pero, a diferencia de anteriores propuestas, sí logra transmitir el sucio y oscuro entorno que llevó a Ned a delinquir.


Ned Kelly es toda una leyenda del siglo XIX que se enfrentó a las autoridades coloniales convirtiéndose en un bandolero proscrito. Incluso tiene un museo con su nombre en una población australiana. Una vida llena de violencia que ha sido trasladada al cine en varias ocasiones. Muchos recordarán "Ned Kelly, comienza la leyenda" (2003) donde el malogrado Heath Ledger interpretaba al protagonista o "Ned Kelly" (1970) con Mick Jagger en el papel principal. Incluso se trasladó su historia a una sarcástica película ambientada en la actualidad que se tituló "Reckless Kelly" (1993).

Ahora es Justin Kurzel quien se atreve con este insigne personaje en "La verdadera historia de la banda de Kelly" con George McKay interpretando a Ned Kelly y bien acompañado de grandes nombres como Russell Crowe, Charlie Hunnam ó Nicholas Hoult. Con una visión más oscura y menos comercial que las adaptaciones que la precedían (tal y como ya sucedió en "Macbeth"), el director australiano refleja los acontecimientos clave que sufrió desde pequeño el protagonista para llegar a convertirse en el personaje que fue.


Cine de autor que muestra un perfil de Ned Kelly labrado día a día en un entorno donde la pobreza y marginalidad obligaba a realizar actos deplorables. Sin apenas apoyo, ni siquiera de su familia, se convierte en un hombre duro, recio, con mucha ira acumulada y sin apenas personas en las que confiar. La cámara se vuelve sucia y cruda, un buen recurso para "vivir" aún más la película.

La historia es consistente y solo decae en el último tercio de película donde la sensación es de un final acelerado para no alargar la duración final. El montaje, preciso y pausado, se vuelve apresurado y loco en esa última media hora. Una pena porque el ritmo era el adecuado y el perfil psicológico de los Kelly estaban quedando perfectamente retratados. Sin embargo, unas interpretaciones bien trabajadas y una dirección con oficio remontan la nota final.


Nos encontramos ante una interesante recreación del personaje que, gracias a unos intérpretes bien escogidos y el buen hacer de Justin Kurzel, es una opción muy recomendable para volver a los cines. La pantalla grande siempre te hace sentir la película con mucha más intensidad. No perdamos esa apuesta.

José Daniel Díaz

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