jueves, 1 de diciembre de 2022

Estupenda jornada inaugural en Sevilla con "Los hijos de los otros", "Scarlet", "Más que nunca" y "Saint Omer, el pueblo contra Laurence Coly"

Arranca fuerte el Festival de Sevilla con varias producciones que ya venían con excelentes valoraciones de festivales tan prestigiosos como el de Venecia o Cannes. Es el caso de la inaugural "La vida de los otros" de Rebecca Zlotowski o "Scarlet" de Pietro Marcello.


Si eres un amante del cine, no hay nada mejor que asistir a un festival de cine, desde la perspectiva de la prensa. Cada uno de ellos es diferente, cada uno tiene su esencia, su idiosincrasia, su ritmo, que lo hacen totalmente diferente uno del otro, quizás alguna similitud es encontrarte con los compañeros de los medios de comunicación, que cubrimos la totalidad de los festivales.
Llegar el día antes a la ciudad, en este caso Sevilla, es poder disfrutarla, recorrer de nuevo sus calles, sus plazas, sus barrios, es único. En mi caso, volver a los recuerdos de mi infancia y adolescencia con mi tía en el barrio de los Remedios.
Si le añades que vienes de otro festival como el de la Seminci, donde la climatología ha sido adversa, al igual que el de Sitges, parece como que en Sevilla, no ha llegado todavía el invierno, que se resiste a los días grises o nublados, y al salir de la proyecciones luce el sol.
Ese día antes, que vas a por la acreditación, el encuentro, después de doce meses, el ambiente es especial, y se respira un aire de entusiasmo y expectación para hacer la programación, cuadrar horarios con las distintas secciones, y con esos directores y el elenco actoral que vas a poder acudir a sus ruedas de prensa y entrevistar.
Sevilla es especial.

Este primer día, camino del centro comercial Nervión, una de las arterias principales, y con una avenida en obras, nos encaminamos a la primera proyección del día y del festival, "Los hijos de los otros" que nos lleva al género del drama romántico con una combinación de comedia y romance. Rachel tiene 40 años, no tiene hijos. Ella ama su vida: sus estudiantes de secundaria, sus amigos, sus ex, sus lecciones de guitarra. Al enamorarse de Ali, se encariña con Leila, su hija de 4 años. Ella la arropa y la ama como si fuera suya. Pero amar a los hijos de otras personas es un riesgo que vale la pena correr...
La relación de pareja se consolida mientras todo parece perfecto al igual que la convivencia con la niña.
En medio de todo ocurren hechos que afectarán a Rachel, un deseo de ser madre, desde una perspectiva vitalista, y con la amenaza de un paso de tiempo implacable, el reloj biológico, consciente de su inminente fin de la fertilidad.


Virginia Efira (conocida fuera de Francia como la monja traviesa en "Benedetta" de Paul Verhoeven), interpreta de modo maravilloso el papel protagonista. Con sus miradas, sonrisas, comentarios, nos hace partícipe a los espectadores de sus penas y sus ilusiones. Y retrata perfectamente, de una manera realista las dificultades a las que se enfrenta al intentar formar parte de una familia ya creada.
Las subtramas funcionan, intentando poner en camino a un estudiante en la vida profesional, Rachel es una maestra de secundaria en un distrito con una buena cantidad de vagamundos y hogares con problemas. Su hermana, que no tiene pareja, descubre que está embarazada.
La madre murió cuando Rachel tenía 9 años, y con su padre, tiene una relación maravillosa, llena de bromas compartidas y burlas mutuas.
 
El tiempo de la película está marcado por las celebraciones del año nuevo judío, la reunión fuera de la sinagoga. El gran acierto de la directora Rebecca Zlotowski es lograr una mezcla compleja de su propia invención, hasta el punto en que socava su propio proyecto dramático que parece simplemente increíble. Todo el metraje lo dedica con gran seriedad a mostrar una familia que se hace, y se rehace en sí misma, de una manera que apenas ha sido explorada en el cine, y nos retrata el París contemporáneo, la gente guapa se abraza, habla, fuma, veladas casuales, elegantes, y con telón de fondo de una resplandeciente Torre Eiffel, y otros encantadores lugares de la ciudad de las Luces, esas calles con un espíritu de aceptación filosófica de la canción Les Eaux de Mar en la banda sonora.


No faltan las lágrimas tanto para los niños como para los adultos, un drama de relación suave y sincero sobre, y para, adultos inteligentes. Una historia agridulce y bellamente observada, es deliciosamente francesa. No hay mejor manera, para inaugurar esta 19 edición del Festival de Sevilla.

La segunda película del día "Saint Omer, el pueblo contra Laurence Coly" que nos lleva al Tribunal de Saint Omer. La joven novelista Rama asiste al juicio de Laurence Coly, una joven acusada de matar a su hija de 15 meses al abandonarla a la subida de la marea en una playa del norte de Francia. Pero a medida que avanza el juicio, las palabras de la acusada y los testimonios de los testigos harán tambalear las convicciones de Rama y pondrán en duda el propio juicio.

Hay muchas películas de juicio, muchas de jurados, de veredictos, de inocente y culpables, de dramas judiciales ¿por qué esta es diferente?....podría ser porque nos hacen ser un miembro más del jurado, y nos muestra con todo lujo de detalles cómo se constituye, y donde al final del filme, la abogada se dirige directamente a nosotros, mirándonos a los ojos para hacer su alegato de las conclusiones finales. ¿Hemos estado pendientes? ¿Hay un motivo que justifique los hechos juzgados?


La película, basada libremente en un hecho verdadero, resulta amarga y áspera, tanto en el fondo como en la forma, y en una propuesta francamente alejada de lo ya trillado en el cine actual.
El primer largometraje de ficción de la directora de documentales Alice Diop, su mayor acierto es que todo al principio parece simple, de hecho tiene múltiples capas y es muy complicado, el uso de la música a capella inquietante, a veces discordante en la partitura enfatiza el hecho de que esta es un historia de conexiones humanas, donde nos presenta una mujer espinosa y compleja que no encaja en el relato de víctima que con frecuencia se superpone a la mujer inmigrante francesa.
 
Es el tipo de historia real que presenta una oportunidad obvia para un drama social sensible dado a observaciones sobrias y tristemente objetivas sobre el peligroso y vertiginoso vértice de cuestiones de clases, género, etnia y cultura. Diop diseña cada escena como una obra de teatro, los actores están estáticos y resignados a su puesto, que permite a la audiencia entrar en la mente de alguien, que sufre un nivel más allá de la compresión.
 
Una obra cautivadora que conmueve el alma y que visualmente resulta impactante. Una descripción devastadora de la maternidad.

La tercera película del día es "Scarlet". Juliette creció sola con su padre Raphaël en el norte de Francia. Él un veterano de la Primera Guerra Mundial. La niña, apasionada por el canto y la música, conoce un verano a un mago que le promete que unas velas escarlatas algún día la sacarán de su pueblo. Juliette nunca dejó de creer en esta profecía.


La cinta comienza con un epígrafe tan simple como profundo, "Puedes hacer los llamados milagros con tus propias manos", que es una cita tomada de la novela Scarlet Sails de Alexandre Grin de 1923, de la cual se hace una adaptación libre apunta a uno de los motivos clave de la obra, las manos de Raphael.
El gran acierto de la película es el marcado acento poético, que busca en sus texturas un diálogo romántico con las raíces del propio cine, como el de aquellas proyecciones del siglo XX.
Su director, el italiano Pietro Marcello, que nos hizo disfrutar tanto en el mismo marco de este festival en el 2019 con su "Martin Eden", lo que establece como un nuevo talento audaz en la escena de la casa de arte. Aunque esa película, en la que la acción se trasladaba de San Francisco a Nápoles, todavía se veía y se sentía como un documental, como si Pietro hubiera viajado de alguna manera a la Italia anterior a la Segunda Guerra Mundial, con su cámara de 16mm.

En Scarlet, enfrentará a un pequeño mundo hecho de prejuicios de todo orden, de clases, de géneros, con Juliette como mascarón de proa de una película esencialmente lírica, que intenta volar todo lo que puede y no siempre lo consigue, pero que aun en sus caídas confirman que está hecho de buena y de noble madera.
El énfasis de la película en la obra, se refleja en la extraordinaria tactilidad de sus imágenes, la visión tan llena de arte, música poesía e idilios, en el bosque, es en última instancia una muestra que a veces sugiere las fantasías de la granja de la multitud rural.


Un director profundamente endeudado con la tradición y el pasado, pero nunca de manera reaccionaria, con un interés más sincero en la narrativa clásica que muchos de sus compañeros. Una preciosa fábula, llena de realismo mágico, en que las diferencias desaparecen para dar paso a encantos más enigmáticos y desenfados. y la esperanza de escapar de la rueda de un destino condenado a repetirse. Un aprobado con mayúsculas.

La cuarta película de este primer día de Festival es "Más que nunca". Hélène, una mujer de 33 años, vive feliz en pareja. Su vida da un vuelco el día en que descubre que sufre una enfermedad rara en los pulmones. Gracias a un blog, descubre Noruega y decide seguir su instinto. A pesar de todo el amor que siente por Mathieu, su compañero de vida, atravesará toda Europa hasta llegar a Noruega, en busca de un nuevo camino.

Inspirada en la larga batalla de su difunta madre contra la esclerosis múltiple, el último trabajo de la escritora y directora Emiy Atet, con la última actuación de Gaspard Ullier, la película nos pide que enfrentemos la realidad y reflexionemos sobre la inevitabilidad de la muerte, así como la línea que han experimentado un tipo de sufrimiento y aquellos que no.


Lo que distingue a esta realización de muchas películas centradas en personas con enfermedades terminales es que Helene se niega a que su enfermedad la defina, y nunca deja que esta obstaculice su capacidad para vivir su vida diaria. Vicky Krieps está impresionante en su interpretación, temerosa e insegura, le molesta algunas de las reacciones y arrebatos, las discusiones con su novio, sus cambios de humor frecuentes, el desafío para una pareja joven de estar efectivamente sincronizados cuando uno está al borde de la muerte, un doloroso dilema.

Unas actuaciones con inquebrantable convicción e inteligencia, todo en un tono profundamente triste. En resumen, un primer día de Festival con unas notas muy altas. Un excepcional arranque.

José Antonio Domínguez
Festival de Sevilla 2022

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