lunes, 29 de septiembre de 2008

Crítica: "Los girasoles ciegos", nuestra apuesta para los Oscar


Es difícil valorar una película cuando sabes que un gran maestro ha participado en ella y ha desaparecido recientemente. Cuesta hablar mal de su última obra y cuesta aún más ser objetivo. Tengo la gran suerte de no sufrir ese tormentoso dilema porque Rafael Azcona firma un bonito guión en una conmovedora película.

No sé si el film es tan bueno como para presentarlo como candidato en Hollywood; de hecho estoy plenamente convencido de que no será seleccionada. Creo que por esos lares ya están hastiados de tanta Guerra Civil y tanta dictadura. En cambio, en nuestro país, es un tema de eterna actualidad.

José Luis Cuerda, su director, firma secuencias memorables. La despedida de la hija mayor desapareciendo por la puerta ó los primeros planos de un Raúl Arévalo fantástico en su papel son de gran categoría. Pero facilita mucho la labor al patrón cuando dos actores de la talla de Maribel Verdú y el citado Raúl Arévalo participan en el proyecto. Ella vive una segunda juventud; parece haber encontrado su camino, haber madurado con los años hasta encontrarse a sí misma y él tiene mucha fuerza y muchas ganas de triunfar.

La ilusión es mucho más fuerte que el talento y saber conjugar ambas está al alcance de muy pocos. No creo que hayan llegado a la excelencia ninguno de ellos pero el camino que han elegido para llegar es interesante.

Y preguntaréis... ¿Y Javier Cámara? Pues creo que en esta película sufre un revés; se ve continuamente superado por sus compañeros entre los que incluyo al pequeño Roger Princep. La culpa no es del todo suya; está claro que el papel que interpreta es el más desagradecido y el que menos registros te permite mostrar.

¿Y la historia? Pues la trama habla de un pequeño pueblo donde llega un diácono a escasos meses de convertirse en cura y se enamora enfermizamente de una mujer presuntamente viuda. En realidad el marido, dado por muerto, convive con su familia encerrado en casa, oculto de miradas sospechosas.

Por tanto, una buena película llena de madurez cinematográfica. Ya es mucho para lo que ofrece la cartelera actual.

José Daniel Díaz

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