En esta jornada nos sorprendemos con "Suro" de Mikel Gurrea y completamos la crónica con la presentación de "Una bonita mañana" de Mia Hansen-Love, la checa "II Boemo", la japonesa "A hundred flowers" y la británica "Living".
Tuve un día en blanco y es completamente cierto, anulé las películas que iba a ver por una gastroenteritis aguda, ¡la fortuna de tener salud! Es la primera vez que me pierdo un día de todos los años que asisto al Festival. Un domingo todo el día en la cama sin posibilidad de ir a los cines, mala suerte. Pero llegó el lunes, y ya veía el mundo de otro color, la medicación y los remedios caseros habían hecho milagros, y bien temprano, estaba de camino del Teatro Victoria Eugenia a ver un título muy atrayente en la sección oficial: "Suro" del director vasco Mikel Gurrea, autor de media docena de cortometrajes ("Primos", "Los gatos en el tejado", "Rojo en el agua", "Txoria" y su último cortometraje "Heltzear".
El mayor acierto es la brillante interpretación de los protagonistas Vicky Luengo y Pol Lopez que transmiten, a través de esas miradas y bailes, la complicidad y esa rabia que arrastran. Salen a relucir esos pensamientos contradictorios de ambos personajes como lo somos todos. Todo ello queda perfectamente descrito en un guion escrito por el mismo Mikel junto al argentino Francisco Kosterlitz. Comentó Gurrea a propósito del diseño de los personajes, que "el conflicto no deja de ser una manera de vincularse, igual no es la mejor manera, pero no deja ser un vinculo y yo creo, que finalmente, es lo que mantiene unida a esta pareja, que en su deseo de tener una casa termina por perder toda noción de la palabra hogar. Lo que define a estos personajes es la dificultad para gestionar sus propias contradicciones, es algo de lo que hablamos mucho durante los ensayos, previos al rodaje, en concreto es alguien que viene de un entorno urbano, de otra cultura y llega a un lugar agreste donde es el dueño, y no un empleado. La película muestra como existen estructuras sociales que son muy difíciles de revertir."
Para el director, ante la pregunta de dónde surgió la idea de "Suro", comentó que "en el 2010 había terminado la carrera de comunicación, y no sabía muy bien para donde tirar, acepté la propuesta de los familiares de mi pareja de entonces para participar en la pela de corcho. Era un trabajo físico que no tenía nada que ver con el mío habitual, más mental. Necesitaba ganar dinero y probar. Y descubrí un mundo que me era totalmente desconocido, muy rico en sonidos y texturas, que en el cine nunca había visto y que podía ser el universo de una película. Tuve sensaciones contradictorias: por una parte venía de los propietarios, pero yo no lo soy; hablo catalán, pero no lo soy, trabajaba como temporero, pero estaba de paso, y no iba a volver mientras los demás se dedicaban a eso....Pensé que algún día escribiría sobre ella". Y la prensa y los espectadores lo agradecemos, con ese ritmo magnífico cercano al western. Un viaje que propone, quienes deben debatir sobre la razón y las consecuencias de esas formas de actuar, los ideales y la práctica. Un inmejorable debut, rodada de forma atractiva, visualmente poderosa, "Suro" se merece competir entre lo mejor del año del cine español.
Sin salir del entorno del Teatro Victoria Eugenia, nos disponemos a ver la película francesa "Una bonita mañana" de Mia Hansen-Love, la historia de una mujer con una hija de ocho años que vive con su padre, un impresionante Pascal Greggory, que padece una enfermedad neurodegenerativa. Él es un profesor de Universidad, es un intelectual, que se ha dedicado al pensamiento y ha vivido rodeado de libros. Perder la memoria es una tragedia y el hablar con él se convierte en un conmovedor juego de paciencia y de adivinanzas según las imprevisibles fluctuaciones de sus recuerdos. Mientras lucha por conseguir un hogar de ancianos decente, Sandra ahoga sus lágrimas y ordena los libros, el pasado de su padre, los objetos de una vida cuya mente divaga. Entretanto se encuentra con un amigo con el que inicia una aventura... aunque éste se encuentre en una relación.
Mia Hansen-Love es hoy una de las directoras europeas más transgresoras, una escena explica muy bien su infancia y su forma de entenderlo, recuerda a sus padres sentados en la cama viendo una película de Rommer y discutiendo; mi madre defendió a los personajes y mi padre se reía tiernamente de ellos. La forma en la que se hablaban era en sí misma como una secuencia de una película de Rommer. Aquello le llevó a entender la conexión entre el cine y la vida real; que el cine no siempre tiene que ser fantasía y que la realidad podía ser fraccionada.
Así se explica que cada filme de Hansen Love responda a un capítulo de su vida, basándose en hechos o en sentimientos que ella misma necesita entender. En su última película, inspirada por la enfermedad y muerte de su padre y también por el reencuentro del amor, habla como experimento de la vida pero desde el punto de vista más frontal, más terrenal, de cómo ser madre en este mundo.
Hay que destacar el acierto en el empleo de la música, el gran trabajo de Lea Seydoux (Sandra) en un trabajo natural y creíble y los toques de humor que aporta esa niña de 8 años. "Una bonita mañana" se deja ver, es elegante, digna y honesta, un retrato cautivador y profundo de una familia, del amor, de lo perdido y lo siempre recordado.
A continuación nos dirigimos a ver una película de la Republica Checa titulada "II Boemo" de Petr Vaclav que nos lleva a 1764. Durante más de un año, Josef ha llevado una vida precaria en Venecia. Aspira a ser compositor de ópera. La ciudad, llena de autores con talento y ya consolidados, parece cerrada para él. Buscando trabajo como violinista, entra en la órbita de una joven adinerada. Gracias a ella tiene la oportunidad de tocar en salones pero su verdadera oportunidad surge cuando se convierte en el amante de una marquesa libertina. Ella le enseña modales sofisticados, le libra de los trazos de su origen provinciano y le introduce en una existencia hedonista libre de intolerancia religiosa. Transformado, Josef recibe un encargo increíble: escribir una ópera para el San Carlo, el teatro más grande de Europa.
Con una duración excesiva de 141 minutos, parece una serie de televisión por capítulos que haría las delicias de los amantes de la música clásica. Interpretado por un actor y estrella del pop Vojtech Dyk, en su papel de Jesef, realiza una actuación deslumbrante como el músico que se convirtió en un célebre compositor en la Italia del siglo XVIII y que fue olvidado por una historia con el joven Mozart. (Es fascinante la escena en la que aparece el propio Mozart, el niño expresa su admiración por él antes de replicar y elaborar una de sus composiciones de manera espectacular. La atención al detalle musical también se refleja en toda la banda sonora.
A medida que el músico se acerca al final de su vida, el metraje y la duración empieza a perder fuerza, al igual que esos recorridos de pasillos, palacios, cortesanos, duques, cantantes y miembros de la realeza, intercalada con largas secuencias operísticas. Me quedo con la fascinación del estilo de vida de los venecianos de ese siglo, su magnífica ambientación y vestuario, fotografía, rodada con muchos primeros planos para dotarla de un carácter íntimo, del uso de luces muy tenues y en general mucha luz natural, el uso de la cámara en mano en muchas escenas. Su director Petr Vaclav, confesó, que es cierto que esta es una biografía totalmente inventada, y añadió que los hombres desafortunados solo tenían tres formas de escalar: la iglesia, el ejército o las mujeres y no quería hacer una película de la armada. Tres mujeres, pues, son las que ayudaron al pobre "bohemio" a tocar el cielo.
En el Teatro Principal visionamos la producción japonesa "A hundred flowers" de Genki Kawamura. La mente de Yuriko comienza a deteriorarse rápidamente ya que padece demencia. Sin embargo, para su hijo Izumi, los recuerdos de su madre permanecen tan nítidos como cuando vivió la experiencia que los originó. El recuerdo de una vivencia lo persigue y atormenta especialmente: cuando pensó que ella había desaparecido.
El cineasta japones Genki Kawamura ha utilizado su experiencia personal con su abuela que comenzó a padecer la enfermedad del alzheimer hace siete años, e intenta mostrar que el sentimiento de culpa no se olvida. La historia que cuenta está basada en una de las novelas que ha publicado Kawamura y lleva el mismo nombre, aunque reconoce que cuando la escribió no tenía en mente llevarla al cine. Sin embargo cuando su abuela falleció pensó que sí, que le aproxima más la forma que tenía ella de ver el mundo y que se comprendería mejor en imágenes. Y lo vemos con los ojos de la actriz principal Mieko Harada, una figura legendaria en el país nipón que ha trabajado con el director Akira Kurosawa entre muchos. En la rueda de prensa admitió que durante el rodaje intentó reproducir el comportamiento de su madre cuando padecía alzheimer. Lo más complicado del rodaje fue rodar todas las escenas en plano secuencia lo que requiere mucha energía al interpretar y que a base de repetir planos fue entendiendo lo que quería transmitir el director ,"su trasfondo".
Que al igual que la película su abuela abandonó a sus hijos por un hombre, un sentimiento de culpa no se olvida y llegado el momento se abren todos sus recuerdos como flores. A título personal, y muy personal, es un tema que me llega muy directamente, mi padre padeció la maldita enfermedad del alzheimer durante años, una enfermedad muy cruel que lo llevó a su muerte. Una emoción y unos nudos en la garganta a lo largo de su metraje conmovido con esta obra tierna, delicada. evocadora y por qué no, también sanadora, y a la vez muy dolorosa.
La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla (Gabriel Garcia Márquez).
Por último la inglesa "Living" de Oliver Hermanus. Ambientada en la década de los 50 en Londres, la película sigue a Williams, un veterano funcionario enterrado bajo el papeleo de la oficina mientras la ciudad se reconstruye después de la II Guerra Mundial. Al recibir un demoledor diagnóstico médico, vacía su cuenta de ahorros y se dirige a la costa. Se promete hacer de sus últimos días un tiempo significativo, pero se percata de que no sabe cómo hacerlo. Después de que un misterioso desconocido lo lleve a la ciudad, Williams se siente intrigado por una joven compañera de trabajo que parece poseer la vitalidad que él había perdido. Con la ayuda de su optimista colega, Williams pone todo su empeño en hacer feliz, de un modo sorprendente, a su entorno.
El escritor Kazuo Ishiguro y el director Oliver Hermanus adaptan originalmente el guion de una de las películas más recordadas de Akira Kurosawa, "Ikiru!", y cómo nos volvemos empáticos con la difícil situación del protagonista masculino, (interpretado originalmente por Takashi Shimura,) y sus reflexiones existenciales sobre la naturaleza de la moralidad y la decencia humana. Al igual que el original, la historia trata sobre un hombre atrapado en el motor de una máquina burocrática en constante movimiento, un hombre que camina por la vida sin inspiración y en busca de sentido, la neblina, un personaje más y su búsqueda por escapar de la frágil realidad de su vida cotidiana está fantásticamente retratada del actor Bill Nighy.
Una de las cosas más difíciles de adaptar una obra es poder comunicar el diálogo interno de un personaje a la audiencia sin que el personaje se dirija directamente a ellos. Otro de los personajes de la película es el edificio, diseñado por el arquitecto Ralph Knott en su estilo "barroco eduardiano" fue inaugurado por el rey Jorge V en 1922. Un edificio que rezuma historia desde cada grieta, escalera y piso.
Después de verla es difícil no dejarse llevar por ella, sus personajes, en la que podemos trazar una línea de lo que es correcto y no es correcto, y lo que es moral o no, la emoción nos gana sin remedio, con un ritmo tranquilo, que no lento. Una brillante película británica de época, elegante y emotiva. Maravillosamente construida.
José Antonio Díaz
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