domingo, 25 de julio de 2010

Crítica: "Toy Story 3"

Toy Story ha madurado. Ha evolucionado de la misma forma que lo hicimos aquéllos que, por allá en 1995, disfrutamos por primera vez de una nueva forma de hacer animación. Como en esa época todo era más inocente, más joven. Ahora que todos nos sentimos más adultos, los juguetes más cinematográficos se hacen mayores y nos dan una lección de integración, amistad, democracia y trabajo en equipo.

Como es habitual en Pixar, previa a la proyección del film, se emite un cortometraje. En esta ocasión "Noche y día" es un original canto a la integración, a aprender de los que son distintos de nosotros y buscar lo que nos une más que lo que nos diferencia. Una bonita fábula que manda un mensaje constructivo y necesario.

Centrándonos en la tercera parte de "Toy Story", todo comienza con el momento en que Andy, el niño que ya no es tan niño, da el salto a la Universidad. Los juguetes ya no los utiliza y se plantea donarlos a una guardería o incluso tirarlos a la basura. Woody, el vaquero, aún confía en su dueño y presiente que no quiere deshacerse de ellos. Sin embargo sus compañeros querrán huir para no acabar en el vertedero.

A los personajes habituales se unen algunos tan interesantes como el osito feliz, el teléfono con ruedas, el pulpo o Ken y Barbie. Precisamente estos dos últimos protagonizan algunos de los momentos más divertidos de la película y son una de las mejores apuestas de la trilogía.

A los juguetes habituales ya les conocemos. Woody, Buzz (fantástico en su recreación de salvador flamenco del espacio), sr. Potato, el dinosaurio, la vaquera.... un grupo al que ya conocemos y que continúa emocionando por ser referentes de valores tan importantes como la amistad, el grupo, la generosidad, la integración y la inocencia. Lecciones presentadas en un formato de animación pero que llegan a todas las edades.

Algunos críticos americanos afirman que es la mejor de la saga. Yo diría que es la más emocionante, la que más transmite. Cuando todo deja de ser divertido y los problemas arrecian tiene que nacer el amor y la amistad. Sentimientos que Toy Story 3 muestra con fuerza y llegan al corazón. Posiblemente por centrarse en esos valores el film pierda gags más graciosos. No hay tantas carcajadas o sonrisas como en las dos películas que le precedieron pero hay más verdad.

Los que vivimos la primera parte en el cine disfrutaremos tanto como aquéllos que ni siquiera habían nacido cuando comenzó la saga. Muchos ya piden el Oscar, yo sólo pido que esto nunca acabe aunque tengamos que esperar muchos años para disfrutar del cuarto capítulo.

José Daniel Díaz

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